Desentendiéndome del...¿jefe?

El día era bastante bonito y ciertamente no tenía ganas algunas de recibir órdenes de nadie, bueno en realidad casi siempre hacía lo que le daba la real gana y solo cuando se aburría seguía a la perfección las órdenes que el Onceavo le daba…bueno, el caso es que hacía un bonito día y el cielo estaba casi despejado menos algunas nubes que eran empujadas por el viento, además e de decir que corría una suave brisa aquí en este bosquecillo que el cual casi siempre se las pasaba dormido cuando no quería escuchar a nadie, aunque por desgracia si había algo que abundaba mucho era el silencio y eso no le agradaba ni lo más mínimo pues lo ponía un poco nervioso. Anduve por un largo rato buscando un buen lugar donde dar una cabezadita, el cual no era ni más ni menos de bajo de un enorme árbol el cual de bajo tenía una mini “camita” echa de hiervas que precisamente él había echo para estar cómodo y no dormir en el duro e sucio suelo, así que sin más hacer se echó en esa “mini camita” y manos tras su cabeza, se durmió en menos de lo que canta un gallo